El 9 de mayo de 1967 René Favaloro realizó la primera operación de bypass

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Favaloro revolucionó la cardiología mundial al operar exitosamente a una mujer mediante la técnica de bypass.

La célebre intervención permitiría salvar a millones de personas y contribuyó a mejorar sustancialmente la calidad de vida de los pacientes coronarios.

“Estuve doce años como médico rural en Jacinto Aráuz, La Pampa, donde aprendí el profundo sentido social de la vida. Sin compromiso social, mejor no vivir”, dijo en una entrevista en 1999.

Nació el 12 de julio de 1923 en el barrio el Mondongo de La Plata, así llamado porque su población estaba integrada mayormente por trabajadores de los frigoríficos cercanos, que solían recibir mondongo todas las semanas como parte de pago.

En ese barrio humilde de viviendas económicas alejado del centro de la ciudad, Favaloro conoció el valor del esfuerzo.  

“Yo era el hijo mayor de una familia humilde. Mi padre, ebanista, más que carpintero, tenía un pequeño taller (…) los ingresos siempre eran escasos. Mi madre, modista, contribuía al sostenimiento del hogar. Estarán siempre en mi mente las largas horas que pasaba sentada frente a la máquina de coser… Desde muy joven había comprendido el esfuerzo que ellos realizaban para darnos sustento y educación, y a partir de los 10 o 12 años colaboraba en las tareas del taller, en especial durante las vacaciones, en que me transformaba en un obrero más. Así aprendí todos los secretos de la carpintería…. Años más tarde, cuando escuchaba al profesor Christmann decir que para ser un buen cirujano había que ser un buen carpintero yo pensaba que había realizado mi aprendizaje en aquel viejo taller”, recordaría años más tarde.

Estudió en la Escuela 45. Ingresó más tarde en el prestigioso Colegio Nacional de La Plata y en 1941 empezó a estudiar Medicina. Tras terminar la residencia, que realizó en el Policlínico de su barrio, aceptó por unos meses un reemplazo temporario como médico rural en un pueblito de La Pampa, donde vivió 12 años, convirtiendo una casona vieja en una clínica con veintitrés camas y una sala de cirugía, enseñando pautas para el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades que tuvo como resultado la reducción de la desnutrición, las infecciones en los partos y la mortalidad infantil. También armó un banco de sangre viviente, tomando muestras sanguíneas a los habitantes del lugar y clasificándolas para recurrir a ellas durante emergencias.

Partió en 1962 rumbo a la Cleveland Clinic, de Ohio, por recomendación del profesor José María Mainetti. Se desempeñó primero como residente y más tarde como miembro del Departamento de Cirugía Torácica. En Cleveland, Favaloro no tardó en ganarse el respeto y reconocimiento de sus colegas.

En 1971, decidió volver a la Argentina para continuar aquí con su profesión. Para él enseñar y trabajar en su país eran la mejor forma de patriotismo. Así se lo explicó al doctor Donald B. Effler, jefe de cirugía de Cleveland Clinicen su carta de renuncia: “Una vez más el destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires. (…) El propósito principal es desarrollar un Departamento bien organizado donde pueda entrenar a cirujanos para el futuro. Créame, yo seré el hombre más feliz del mundo si puedo ver en los años por venir una nueva generación de argentinos que trabajen en distintos centros del país resolviendo los problemas a nivel comunitario y dotados de conocimientos médicos de excelencia”. 

Finalmente, en 1975, creó la Fundación Favaloro, convirtiendo su sueño en realidad. Más tarde, en 1992, inauguró el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, y seis años después, creó la Universidad Favaloro.

Uno de sus mayores logros fue la formación de centenares de residentes de diversos lugares de la Argentina y de América Latina. Creía que la investigación y el fomento de la ciencia básica eran pilares del desarrollo. 

Su vocación de servicio, sus valores humanitarios, su profundo compromiso con la educación, su espíritu solidario y su sed de justicia lo impulsaron a trabajar sin descanso, procurando dejar un mundo más justo y solidario.

El Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación fue un faro en la historia de la cardiología argentina. No sólo por los servicios de alta complejidad que puso al alcance de la comunidad, sino también por la capacitación de un equipo de primer nivel y su contribución a la prevención de enfermedades.

Pero tras casi tres décadas de esfuerzos y sacrificios su sueño comenzó a resquebrajarse. Los éxitos de la Fundación chocaban estrepitosamente contra los balances negativos de sus finanzas. Le debían casi 20 millones de dólares, entre quienes estaba el Estado, PAMI y el Ministerio de Salud.

Pero Favaloro se negó a dejar a sus afiliados sin cobertura y la situación se fue tornando inviable. Procuró en vano que le pagaran las deudas, pero no obtuvo respuesta de los funcionarios y el gobierno de turno (años 2000).

“Me he transformado en un mendigo. Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida”, escribió a José Claudio Escribano el 22 de junio de ese mismo año.

Un mes después y agobiado por la situación, le dijo a su secretaria Graciela Cordero: “El lunes no me puedo presentar acá, sabiendo que muchos queridos colaboradores ya fueron despedidos… Y que tienen familia”.

René Favaloro es uno de los argentinos más reconocidos y respetados en el mundo, como médico y como humanista.

Nota completa en www.elhistoriador.com.ar (Felipe Pigna).

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