El viajazo (X): Sevilla está en Miami

Y Huelva. Y Vizcaya. Y Moguer. Este es un paseo por un barrio que es una ciudad, por una América que es una pseudo Europa y por unas piscinas que son monumentos nacionales.

Bienvenido a Coral Gables y a una historia en que no habrá aperturas ni ninguna exclusiva; se siente. Solo un sencillo y breve paseo por este rincón de Miami al que quizás no vayas, aunque qué pena que no lo intentes. Aunque si lo hicieras, podrías dormir en uno de los hoteles más icónicos del país, bañarte en piscinas históricas, hacer cincuenta fotos a la vegetación tropical y pasear por calles con unos nombres que sabemos pronunciar de maravilla: SevillaMálaga, Ponce de León.

Coral Gables es una ciudad del condado de Miami-Dade que está a 15 minutos del aeropuerto y que parece el escenario de una producción de la Metro-Goldwyn Meyer, una burbuja de bonanza y arquitectura neo mediterránea, un pastiche divino. Pero en realidad fue un invento de George Merrick. Su padre era Solomon Merrick, un ministro de la iglesia que quiso huir del clima frío de Massachussets y se instaló con su familia en 1906 en esta zona de Florida. Allí compró una tierra a la que llamó Coral Gables, una casita de madera, comenzó a plantar fruta y le fue muy, muy bien. Su hijo George heredó la propiedad y la amplió hasta que logró un imperio inmobiliario. Él quiso crear “una ciudad hermosa” planificada. Es decir, en ella todo estaba pensado, hasta la distancia máxima entre los negocios, que no debería ser de más de dos manzanas. Ideó el urbanismo, los servicios y la arquitectura de estas tierras y lo llevó a cabo entre 1921 y 1926; ahora está cumpliendo un siglo.

Coral Gables no parece estar en Miami sino en Andalucía.
Coral Gables no parece estar en Miami, sino en Andalucía.Alamy
Inspiración normanda en Coral Gables.
Inspiración normanda en Coral Gables.Alamy

Quiso que fueran una especie de remedo de la vida mediterránea, por lo que envió a su equipo a España a que se inspirara y, en recuerdo, nombró a las calles con los nombres de ciudades españolas. Además, para aumentar la fantasía hispana le añadió plazas y fuentes como las que están en nuestras calles. Pero la imaginación de Merrick era desbordante y quiso complicarlo más: añadió unas pequeñas zonas como French Normandy Village, en la que las casas replican la arquitectura de Normandía, Chinese Village (con casas-pagodas) o la Dutch South African Village, que te hace sentir que estás paseando por Franschhoek. Qué clase de viajero se quiere perder esta locura.

Bienvenidos al Biltmore

Y qué clase de viajero no quiere visitar uno de los hoteles más carismáticos de Estados Unidos: el Biltmore. Sí, eso que ves en él parece la Giralda, no hace falta que te frotes los ojos. Es un remedo de la torre sevillana, su campanario está a casi 100 metros del suelo y se ve desde cualquier zona. En lo más alto de ella está la suite Al Capone, “ilustre” huésped del hotel que tenía en ella su bar clandestino y cuyo fantasma se dice que merodea; debe ser raro verlo.

Este edificio color naranja lleva en pie desde el 15 de enero de 1926 y sigue siendo el centro de la vida social de esta ciudad de 50.000 habitantes. Aunque se reformó a finales de los 80, es uno de esos hoteles que no tienen el menor interés en ser cool, en ofrecer experiencias originales ni en apelar a la generación Z. Tiene la autoestima demasiado alta y se sabe dueño de un carisma que no diseña ninguna agencia de comunicación.

Biltmore Hotel lleva en pie desde el 15 de enero de 1926.
Biltmore Hotel lleva en pie desde el 15 de enero de 1926.Preferred Hotels & Resorts
En el atemporal lobby del Biltmore Hotel.
En el atemporal lobby del Biltmore Hotel.Preferred Hotels & Resorts

En él hay referencias a España con artesonados y motivos moriscos y mediterráneos y también al mundo clásico con columnas corintias. Si todo eso se cruza con la escala de Estados Unidos y con su ambición desmedida tenemos un hotel desaforado y fuera de modas. Bah, modas, qué cosa más banal. Estar cenando en el restaurante Fontana, en medio de un patio andaluz (o italiano, chi lo sa?es como estar en una escena de The White Lotus.

Todo en Biltmore, que hoy pertenece al sello Preferred Hotels & Resorts es decadente y curioso, aunque es la piscina la joya de la corona. Es tan loca como corresponde al hotel: un lado está flanqueado por columnas clásicas, otro por cabañas que se alquilan por horas y otro por un restaurante que lo roza. Esta es una de las más grandes de hotel del país (mide 2000 m2) y un campo de juegos para mitómanos: en ella era socorrista y daba clases de natación Johnny Weissmüller y Esther Williams nadaba y bailaba. Hay que tener el corazón tristón para no querer bañarse en ella. Además, el tiempo lo permite todo el año.

La piscina del Biltmore.
La piscina del Biltmore.Preferred Hotels & Resorts

La otra (gran) piscina

Esta es una de las dos grandes piscinas históricas de Coral Gables y también del país. La otra es la Venetian Pool, abierta en 1924, un poco antes que el Biltmore y conocida por los piscinófilos de todo el mundo. También fue una idea de Merrick, que quiso aprovechar una cantera de la piedra caliza que se usó para edificar la zona. Fue diseñada el artista Denman Fink y el arquitecto Phineas Paist a imagen de Venecia; o al menos, de una idea idealizada de Venecia, con grutas y cascadas (sic). En ella también nadaron Johnny Weissmüller y Esther Williams, que no se perdían una piscina.

Hoy es la única pública que aparece en el National Register of Historic Places; es decir, es un monumento nacional cuya belleza reside en su falta de prejuicios, tan típico de este país, y en que sigue siendo un lugar lleno de vida. Es una rareza desde todos los ángulos: se alimenta de agua de manantial de un acuífero subterráneo y se rellena diariamente. Bañarse en esta piscina que ya ha cumplido cien años es tan fácil como llegar, comprar una entrada y saltar al agua.

Dos mujeres en la Venetian Pool Coral Gables en los años 30.
Dos mujeres en la Venetian Pool, Coral Gables, en los años 30.Alamy

Entre Huelva y Vizcaya

No hay constancia de que Juan Ramón Jiménez nadara en la Venetian Pool o en la piscina del Biltmore, pero por qué no. Parecía un hombre serio, pero ni un poeta insigne es inmune al poder de una piscina. El poeta de Moguer (Huelvavivió exiliado en Coral Gables desde 1939 a 1949; se instaló con Zenobia Camprubí en la calle Alhambra Circle y fue feliz. Al poco tiempo de llegar escribió a su amigo Pablo Bilbao Arístegui: “Tenemos aquí una casita andaluza (todo esto ¡recuerda! a Andalucía) blanquísima, limpísima, suficiente”. Esa casa hoy es una sucursal de un banco, como en una canción de Sabina. A esta ciudad, que a efectos prácticos es un barrio de Miami, dedicó uno de sus libros: Romances de Coral Gables.

Juan Ramón (el apellido no es necesario) fue amigo de otro de los prohombres de Miami, James Deering. Este industrial construyó, no lejos de Coral Gables, una mansión para recibir a sus amigos. Se llama Vizcaya y, aunque no pertenece a esta ciudad, no está lejos, en Coconut Grove y, ya que estamos, conviene visitarla porque es una preciosidad, una suerte de Bomarzo tropical.

James Deering mandó construir esta mansión rodeada de imponentes jardines.
James Deering mandó construir esta mansión rodeada de imponentes jardines.Robin Hill
En la mansión Vizcaya Miami.
En la mansión Vizcaya.Robin Hill

Sus jardines dejan con la boca abierta, tanto como su emplazamiento abierto al mar. Su arquitectura, obra de Burrall Hoffman nos lleva a la Toscana o Venecia, el interiorismo de Paul Chalfin es romántico y europeísimo. Había una cocina con vistas al mar solo para emplatar, una habitación para preparar los arreglos florales y una telefonista permanente para evitar el espionaje industrial, porque el bueno de Deering era un tanto paranoico. Hoy es un museo que recomendamos, casi obligamos visitar, porque solo podrían salir de la mente y el bolsillo sin límites de un millonario fiestero estadounidense.

Ver fotos: las mejores piscinas de los hoteles más nuevos

No hay marcha en Coral Gables. Qué vulgaridad. Precisamos: no la hay como la había en Vizcaya o en el Biltmore en la era del Jazz, cuando se bailaba foxtrot y todo estaba naciendo y más tarde, entre los años 50 y 80, cuando por ahí pasó medio Hollywood, parte de la realeza europea y el presidente de Estados Unidos que tocara. En esa época se instalaron en esta zona los cubanos exiliados más potentadosGloria Estefan vivió ahí. Hoy, Coral Gables no es lugar de clubs, rooftops ni bailoteos tardíos, como South Beach o Wynwood, otras zonas de la ciudad.

Aquí se sale a tomar brunch en Miracle Mile, a visitar la casa de Merrick o el Lowe Art Museum, a pasear con calma por las calles y disfrutar de las inmensas higueras de Bengala, a desayunar en Café Demetrio o Zucca. Uno se puede arreglar como si estuviera en una película de los años 40 o ir en leggings: de calidad, eso sí. Coral Gables, que acoge a la Universidad de Miami, está entre las 10 zonas más caras del país: aquí la vida es próspera y de colores, como una película de Esther Williams. Y como sus bailes, nada moderna. Quién necesita serlo.

El jardín botnico tropical de Coral Gables.
El jardín botánico tropical de Coral Gables.Alamy

Origen: traveler.es

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